4. El Dios Ciego
Entonces el cielo inconmensurable se partió en dos, y el cosmos se dejó ver ante sus ojos, para de un momento a otro, no ver nada, todo se tornó en una casi completa oscuridad, contaminado con una densa bruma gris, algo en sus adentros le decía que debía estar cayendo, pero sentía en sus pies el sólido suelo que lo impedía, a no ser que sus sentidos le fallaran. De repente comenzó a escuchar el golpeteo de un bastón contra aquel suelo, acompañado de un ligero salpicar, pero por la forma en la que el golpe resonaba, el bastón debía de ser de madera, y el suelo de piedra; el sonido era cada vez más cercano, y de entre la bruma apareció un anciano, que iba ataviado con una basta túnica aún más gris que la propia bruma, llevaba la capucha sobre la cabeza, y de él sólo era visible el brazo con el que sostenía su bastón, pero resultaba evidente que se trataba de un anciano, su espalda describía una pronunciada curva, y su paso tenía un notorio vaivén. El anciano detuvo su andar a unas cinco ...